lunes, 22 de noviembre de 2010

Tener mal genio, ¡un riesgo!

La ira o furia, al igual que la ansiedad y la tristeza, forman parte de las denominadas “emociones negativas”, debido a su impacto en el equilibrio mental y a los efectos que producen en el organismo.

La persona iracunda tiene sentimientos de irritación, enojo, y rabia, enfoca su atención en los obstáculos externos que le impiden conseguir sus objetivos o a los que responsabiliza de su frustración. Además, se ve asaltada por una sensación de energía o impulso incontrolado y la necesidad imperiosa de actuar física o verbalmente de modo intenso e inmediato.

En el plano fisiológico, la ira activa el sistema nervioso, elevando la frecuencia cardiaca y la presión arterial, y a la vez reduciendo el volumen sanguíneo y la temperatura periférica. También hace aumentar la tensión muscular y la secreción de adrenalina, elevando los niveles de energía y preparando al organismo para esfuerzos o acciones intensos. publicidad 

Debido a ello, y a las crecientes evidencias científicas sobre el impacto negativo de la ira en el organismo de quien la experimenta, es mejor “contar hasta diez” antes de perder los nervios, y con ello una parte de la salud.

De acuerdo a un estudio del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta, Georgia., el mal carácter parece elevar el riesgo de desarrollar un accidente cerebro vascular o ictus, mientras que el control de esta emoción puede ayudar a mejorar la salud cardiovascular.



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